En el marco de la reapertura del conflicto de la salud (luego del acta-acuerdo firmada en noviembre de 2009 e incumplida en 2010 por el Gobierno), un bloque comenzó a apurar las acciones para conformar el gremio: Sitas. El otro bloque se abroqueló en el plan de lucha, sin desechar la posibilidad de una posterior sindicalización. Las diferencias se fueron acentuando. El Gobierno se entrometió en la interna del movimiento, alentando la idea de formar un sindicato. Mientras, el proceso de lucha entraba en un impasse y el bloque del Sitas anunció un estatuto que dejaba de lado las interhospitalarias. El otro bloque replicó con una interhospitalaria. El movimiento se fracturó.
Una serie de hechos posteriores lo volvió a unir en la acción: la patoteada de ATSA a una asamblea en el Padilla y el despido de Carim Asus, un paso en falso del gobierno que creyó que el movimiento había quedado sin respuestas.
Ahora se produce una usurpación del Sitas, que lidera las negociaciones y sacrifica la cuestión salarial para obtener el reconocimiento de sindicato. El gobierno, contento: no aumenta los salarios. Un amplio sector está disconforme.